jueves, 28 de febrero de 2008

Lo importante no es solo la meta sino el camino...

Leyendo en Internet algunos sitios me he encontrado con la siguiente historia:

Había una vez un hombre que nunca había visto el mar. Su sueño era sentir la frescura de la brisa en su rostro, escuchar la voz del mar a través de sus olas y bañar su cuerpo en el agua del mar. Una noche cerró los ojos y le pidió a su dios que le hiciera su sueño realidad. Una voz le contestó. "¿Quieres conocer el mar? Bien, yo te guiaré hasta allá, pero presta atención al camino, pues en el encontraras valiosas lecciones."

Al siguiente día el hombre emprendió su viaje. Caminó por muchos días, pasando por los lugares más hermosos jamás vistos, pero él no se detenía, estaba empeñado en cumplir su sueño de llegar al mar. Después de muchos días, el hombre estaba cansado por el viaje ininterrumpido, y cuando sentía que ya no podía dar ni un solo paso mas, sintió el viento fresco proveniente del mar. Sacó fuerzas de donde pudo y corrió hasta llegar a la orilla. El hombre estaba feliz, por fin había logrado llegar al lugar que siempre había soñado. Entró al mar e inmediatamente las olas lo jalaron a la profundidad. Trato de nadar, pero estaba tan débil que no pudo luchar contra el poder del mar. El hombre murió.

Una vez en el cielo, el hombre le reclamó a dios "Dijiste que me ibas a guiar. ¿Porque dejaste que me ahogara en el mar?", a lo cual dios le contestó "¿recuerdas que te dije que prestaras atención al camino? Te guié a través de los más hermosos lugares de la naturaleza, lugares donde pudiste haber descansado del largo viaje. Te llevé cerca de ríos y de hermosos lagos con aguas tranquilas en los cuales pudiste haber aprendido a nadar. Pero estabas tan cegado por tu objetivo, por tu deseo de llegar al mar, que olvidaste disfrutar y de prestarle atención al camino. Olvidaste que el camino sirve para aprender."

Tras leerla, me he acordado de algo que ciertamente muchas veces he oído e incluso reflexionado pero que, tristemente debo aceptarlo, olvido muy a menudo: lo importante no es solo llegar a la meta sino disfrutar el camino y aprender de el...

¿Cuantas veces en mi afán de ser alguien en la vida, de encontrar el significado de esta o mi misión en ella no me he obsesionado? ¿Cuantas veces he dejado de disfrutar ese camino en el cual hay momentos irrepetibles, experiencias de conocer o hacer amigos o simplemente de disfrutarse uno mismo o a la familia?

La vida es un fin en si mismo y el unico objetivo que tenemos es disfrutarla...no llegaremos muy lejos si todo lo vemos como trabajo y obligación...tal vez parte de la culpa la tiene la sociedad que nos enseña que la diversión es casi un sinonimo de ocio, pero es mi decisión si tomo esa verdad o si me vale un cacahuate y comienzo a vivir y disfrutar este precioso regalo que Dios me dió: mi vida.

miércoles, 27 de febrero de 2008

¿Porqué escribo?

Ok, realmente no se porque escribo, al menos no tengo una respuesta clara...una parte de mi lo hace por deseo de dejar parte de los conocimientos que adquiero o que encuentro en esta vida a fin de que a alguien más le sirvan en este caminar por la vida; otra parte de mi se inclina por pensar que es una terapía a manera de diario y que no tendrá sino simplemente la utilidad de plasmar mis pensamientos y sentimientos a fin de que posteriormente yo pueda revisarlos...pero sea lo que sea me parece que la escencia real es que escribo por que quiero encontrar el camino a casa...

No pretendo poner aqui noticias, no pretendo dar clases...ya suficiente tengo con mi vida como para tratar de cargar con la de alguien más siquiera para enseñarle...no, la realidad es que en estos momentos me encuentro bastante perdido, con la única guía de saber que me busco a MI MISMO y lo que se supone debo ser en esta vida.

Hablando de ello no estoy seguro pero, si por lo que he aprendido es cierto, debo ser lo que más anhelo en mi interior (algo que quizas retome o ahonde y explique posteriormente) entonces lo primero que me viene a la mente es el sueño que desde joven a alimentado mis acciones: YO quiero ser un heroe.

Si lo sé, puede sonar trillado e incluso risible pero que le vamos a hacer, ese ha sido siempre mi sueño y no pienso tirarlo, no si es lo que puede darle sentido a mi vida.

Asi que si alguien, quien sea, lee esto...bienvenido a mi búsqueda, espero que lo que aprenda o recopile en este andar por entender lo que es un heroe y como serlo o más aún por entender como uno puede encontrarse a si mismo y la verdad te sirva.

También, si tu tienes algun trozo de verdad, estare agradecido me lo compartas.

Por cierto puedes llamarme por el momento (o conocerme como):

Ulic
-the path searcher-

jueves, 21 de febrero de 2008

La omisión en la caridad niega la dignidad del otro.

Una meditación que llego a mis manos, si te hace reflexionar o quieres compartir algo adelante.

Practiquemos la caridad

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.

Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.

Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.

El rico insistió: “Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’. Pero el rico replicó: ‘No padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’”.

Meditación
Aunque el Evangelio no se refiere a una negativa explícita de ayuda del rico para con el pobre, sí esboza la injusticia del rico que ignora a Lázaro y su indigencia. Es el pecado de omisión al que la doctrina de la Iglesia nos alerta. Podemos a veces sentirnos tranquilos de conciencia pues no vemos en ella ningún acto de agresión directa al prójimo. El Evangelio nos hace ver hoy lo equivocados que podemos estar y la culpabilidad tan grave que tenemos por omitir esos deberes y obligaciones que en justicia tenemos con el prójimo. La omisión en la caridad niega la dignidad del otro.

Honestamente el mensaje me alerta, pues quizás una causa importante de la falta de justicia en el hombre, hacia sus semejantes y hacia el mismísimo Dios, está precisamente en que no se hace caso de su Palabra. Yéndome a las causas encuentro dos: la dureza del corazón cuya fuente es la soberbia y que nos “atolondra”, que nos embota y nos hace ciegos e insensibles a la miseria de los demás, y la falta de auténticos apóstoles que amen la Palabra y la sepan llevar con sencillez y humildad a los demás.

Reflexión apostólica
Trabajemos por fijar en la memoria y en el corazón de los demás y en la propia, lo que Jesucristo es y lo que hizo por el hombre, estudiando con seriedad y disciplina su Palabra.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Pondré en el balance de la noche, "mis rencores", y con el Señor, trabajaré para acabarlos.

Una meditación que llego a mis manos, si te hace reflexionar o quieres compartir algo adelante.

Perdonen y serán perdonados.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 36-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos”.

Meditación
El Evangelio me pide compasión y misericordia para con el prójimo que por alguna circunstancia me ofenda… Y es que una ofensa no se resuelve con otra. La única y verdadera solución es la caridad. Pero una auténtica caridad que no se frena por prestigios ni prejuicios, una que tenga como verdadero y único fin, el amor que construye el Reino de Cristo. ¡Qué difícil es lograr un equilibrio que realmente manifieste el mensaje de compasión que hoy nos pide el Señor! A veces, nos puede mover sólo el afán de “quedar bien” y por ello toleramos los agravios o bien, mientras que el corazón se va endureciendo con los juicios que no facilitan el perdón, andamos condenando a los demás y “arreglando el mundo” como si nos asistiera una autoridad irrefutable.

Cuando la caridad no se trabaja, nos convertimos en jueces del prójimo y condenamos como si nos asistiera ese derecho. Jesucristo nos vino a enseñar lo que es el amor y cómo se ama; allí está la medida, ese es nuestro parámetro. ¡Cuántas veces, Señor, me has perdonado! ¿Por qué, entonces, yo me empeño en rencores, en resentimientos, y corto la corriente del amor entre tus miembros, no perdonando? La dureza y la intransigencia amargan el alma, mientras que la apertura al perdón y el hecho de perdonar la liberan. Acabemos esta Cuaresma con la amargura, desatemos de una vez los amarres de la enemistad y vivamos la paz y la libertad que Jesucristo nos mereció.

martes, 19 de febrero de 2008

Y tú, ¿sigues el ejemplo de humildad de Jesús?

Una meditación que llego a mis manos, si te hace reflexionar o quieres compartir algo adelante.

Cultivar la humildad

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente.

Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’.

Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.

Meditación
Dios nos invita a cultivar la humildad. ¿Qué ve en ella el Señor para que nos recomiende practicarla? ¿Acaso quiere sólo nuestra humillación? No. Dios únicamente quiere nuestra humildad porque así puede llenarnos de sus dones y más aún con su presencia.

El principal obstáculo para alcanzar la humildad es la soberbia. Ésta nos hace creernos superiores a los demás, cierra nuestro corazón a la práctica de la caridad, da lugar a la vanidad.

Conviene, a la vez, no confundir la humildad con lo que no es. La humildad no significa apocamiento humano, ni va de la mano de la tristeza. La verdadera humildad es la capacidad de aceptar serenamente la propia pobreza radical poniendo toda la confianza en Dios. El humilde no considera nada como debido, todo lo agradece, no se sorprende de sus debilidades, soporta con serenidad las dificultades porque pone su confianza en Dios, por eso vive alegre.

La humildad se manifiesta en diversas maneras, por ejemplo, actuando con pureza de intención para agradar a Dios y no a los hombres, ceder siempre el mejor lugar a los demás, poner en el centro de nuestras conversaciones a los otros interesándonos por ellos más que hablar sólo de nosotros mismo, aceptar las propias faltas y defectos con sencillez, fomentar el espíritu de servicio para con todos, buscar ocasiones de pasar desapercibido en lugar de tratar de dar siempre buena imagen, etc.